Muchas de las actuaciones investigativas del entonces fiscal de la zona sur Alejandro Peña, tenían gran cobertura de prensa particularmente en los medios televisivos nacionales. Ingresando a domicilios o viendo especies requisadas, incluido libros y revistas pertenecientes al pensamiento ácrata, avanzaba sin pausa, este intrépido y sagaz persecutor. El fiscal Peña lograba resultados donde habían fracasado sus colegas, con el detalle de siempre nutrir a los medios de comunicación de impactantes noticias.
Todo parecía ser ejemplar, la lucha contra el crimen tenía en este fiscal un Superman judicial, luego de vencer carteles de narcotráfico en poblaciones estigmatizadas de la zona sur santiaguina. Muy pronto y sobre esa trayectoria asumiría la investigación de la autoría de numerosas detonaciones de bombas ocurridas en la capital, particularmente frente a entidades bancarias. En agosto del 2010 y tras años de investigación catorce jóvenes chilenos serán acusados de conformar una asociación ilícita terrorista. Sus detenciones en casas okupas y domicilios particulares estarán rodeados de una planificada cobertura mediática, que en muchos aspectos tendrá un tufillo a los montajes ocurridos en dictadura, donde la complicidad de ciertos periodistas con los agentes de la DINA y CNI ni siquiera se disfrazaba.
En aquel momento sería el propio ministro del interior Rodrigo Hinzpeter quien felicitara al exitoso fiscal. Hasta allí, todo continuaba como en un perfecto rompecabezas.
¿Qué seguiría sucediendo con la investigación sobre bombas, anarquistas y casas okupas tan felizmente lograda por el fiscal Peña?
Como diría la canción: todo se derrumbó…diversos jueces poco a poco irían desechando el cumulo de pruebas y poco a poco los inculpados recuperarían su libertad.
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