Los equipos de Maule, Ñuble y Biobío se desplegaron en las distintas zonas para verificar en qué condiciones reciben atención las personas que fueron afectadas por los desbordes de ríos.
Con visitas a los albergues de Licantén, en Maule, y de San Carlos y Ñiquén, en Ñuble, las sedes regionales del Instituto Nacional de Derechos Humanos empezaron a catastrar cuáles son las condiciones en las que se encuentran las personas que resultaron damnificadas por las lluvias. La situación climática afectó a cuatro regiones del centro – sur del país y en ellas los equipos del INDH se desplazaron hasta los sitios donde están los damnificados para detectar eventuales vulneraciones.
Durante el fin de semana, la jefa regional de Ñuble, Isabel Amor, recorrió los lugares que están recibiendo a personas afectadas por las inundaciones en las comunas de San Carlos y Ñiquen. En dichos sitios pudo constatar la calidad de los albergues cuando éstos se encontraban sin damnificados. Según la información entregada por la Delegación Presidencial, en San Carlos fueron habilitados tres albergues, mientras que en Ñiquen, dos.
En tanto, durante el martes 27 de junio un equipo encabezado por el jefe de Maule, Víctor Ipinza, viajó a Licantén. En ese lugar se entrevistaron con el director del hospital, Héctor Quiero, para averiguar sobre el acceso a la salud de las personas. En la visita, el equipo del INDH catastró dos albergues, uno de ellos instalado en un gimnasio, donde la gente es recibida al interior de carpas acondicionadas. El miércoles 28, el equipo se trasladó hasta Linares, donde visitó las localidades de Palmira y Peñasco para verificar las condiciones de salud y resguardo de las familias damnificadas.
El jueves 29 de junio la sede de Biobío del INDH se desplazó hasta la comuna de Cabrero para visitar albergues y zonas de acopio de ayuda en la localidad de Chillancito.
Tres derechos
El INDH realizó este catastro como una parte del rol que le fue conferido por la ley. Son tres los derechos que reciben una especial atención. El derecho a vivir con dignidad; a recibir asistencia humanitaria y a la protección y a la seguridad. En el caso del primero, más allá del bienestar físico, se exige el respeto de la persona con inclusión de sus marcos valóricos y de creencias. El segundo abarca el derecho a un nivel de vida adecuado, incluyendo alimentos y agua en calidad y cantidad y vivienda adecuada. El tercero reconoce que hay personas que pueden ser vulnerables a abusos y discriminación y por ello pueden requerir medidas especiales de protección y asistencia.
Los equipos del INDH que se desplazaron a los albergues lo hicieron con un set de consultas para reunir información y determinar las condiciones de resguardo en cada lugar. A partir del análisis de la información reunida mediante este instrumento el INDH puede intervenir ante los organismos estatales para abordar las necesidades de quienes han sido afectados.